Este postre suelo hacerlo en primavera-verano que es la
época de cerezas. Pero si te apetece ahora en este tiempo ¿por qué no?, lo único
que hago es cambiar las cerezas frescas por cerezas en almíbar.
Yo cuando son frescas les quito el hueso aunque en la receta
original las cerezas van enteras. Al echarlas enteras el zumo de las cerezas no
se junta con la masa, con lo que tendréis la masa blanca como si fuera un
crepe, a mí al quitarles el hueso me queda un poco de color rosa.
El origen de la receta está en Lemosín -Francia-, también conocida por sus
barriles de coñac. Su popularidad se extendió por toda Francia durante el Siglo
XIX. La versión tradicional se sirve caliente y espolvoreada de azúcar glass,
yo también suelo acompañarla con helado de vainilla, o con una crema de
vainilla templada, y de estas formas está realmente delicioso.
Si la receta lleva peras o manzanas se llama Flaugnarde.
Os aseguro que el resultado es buenísimo, un postre rústico,
auténtico y tradicional
- 2 huevos L
- 80 g de azúcar
- 50 g de harina
- 100 ml de leche entera
- 200 g de cerezas
- vainilla
Preparación
- Calentamos el horno a 180º y engrasamos un molde redondo bajo, de unos 20 cm de diámetro.
- Batimos los huevos con el azúcar, la leche y la vainilla. Agregamos la harina tamizada, mezclamos todo hasta tener una masa ligera.
- Vertemos la masa en el molde y repartimos las cerezas deshuesadas por toda la superficie.
- Horneamos sobre una rejilla durante unos 30 minutos o hasta que la crema haya cuajado, dependerá del horno.
- Sacamos el molde del horno, dejamos entibiar y espolvoreamos con azúcar glass para adornar, si lo deseamos.
El Clafoutis también es delicioso fresquito, por lo que no dudes en refrigerarlo si te apetece un postre frío.
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