Los orígenes de esta tarta se dice que son europeos, aunque fueron los norteamericanos los que popularizaron esta famosa tarta, la New York Cheesecake, o tarta de queso americana. Actualmente es uno de los símbolos de la ciudad de Nueva York, así que si estás, o tienes previsto viajar a la gran manzana, no puedes dejar de pasar por alguna pastelería, donde podrás degustar una de las mejores tartas que he probado siempre.
La New York Cheesecake es una tarta de queso cuya base está hecha a partir de galletas desmenuzadas ligadas con mantequilla, y cuya superficie está cubierta de mermelada, compota de fruta, etc... Su delicado sabor y su perfecta cremosidad hacen de este postre una auténtica tentación.
Es importante que cuando hagas el relleno no batas demasiado la mezcla, ya que con ello añadirías aire a la masa con el consiguiente problema de que al meter la tarta en el horno caliente, esas burbujas de aire se expandirían y podrían abombar o agrietar la tarta.
Otro truco importante es no hornear demasiado rápido nuestra New York Cheesecake ya que si lo hiciésemos podríamos tener el riesgo de que nuestra tarta se agriete.
Yo cuando la hago, lo ideal es hacerla de un día para otro para que tome cuerpo y los sabores se intensifiquen.
Ingredientes
Para la base
- Un paquete de galletas maría (o digestive)
- 85 gr de mantequilla
Para el relleno
- 900 gr de queso crema, tipo philadelphia
- 200 ml de crème fraîche (o yogur griego)
- 250 gr de azúcar
- 3 huevos
- zumo de medio limón
- 3 cucharadas soperas de harina de repostería
- una pizca de vainilla
Para la salsa de frambuesa
- 300 gr de frambuesas (pueden ser congeladas)
- zumo de medio limón
- una hoja de gelatina
- 3 cucharadas soperas de azúcar.
Preparación
- Precalentamos el horno a 200 º.
- Comenzamos preparando la base. Para ello, trituramos las galletas con ayuda de un robot de cocina, o metiéndolas dentro de una bolsa y golpeándolas con un rodillo, hasta obtener un polvo de galleta fino.
- Derretimos la mantequilla y mezclamos con la galleta en polvo (debe quedar como arena mojada). Cubrimos la base de un molde desmontable de 20 a 24 cm con papel de hornear, distribuimos encima la masa de galleta, presionando bien, e introducimos en el congelador mientras preparamos el relleno de nuestra tarta de queso.
- Batimos el queso crema con unas varillas, añadimos el azúcar, la crème fraîche (o el yogur), la vainilla, el limón y la harina, hasta obtener una pasta lisa. Añadimos a continuación los huevos de uno en uno, pero sin batir mucho, lo justo para que se incorporen pero no coja mucho aire la masa. Ponemos la mezcla de queso sobre la base de galletas que habíamos preparado previamente.
- Introducimos nuestra tarta de queso en el horno, y horneamos 10 minutos a 200 º C. Posteriormente bajamos la temperatura a 90 º C y horneamos durante 30 minutos más. El interior de la tarta, al moverlo, parecerá un flan.
- Una vez pasado este tiempo, dejamos la tarta de queso en el horno apagado varias horas. Una vez a temperatura ambiente la tarta, la llevamos al frigorífico hasta que esté totalmente fría (lo mejor es preparar la tarta de un día para otro).
- Por último preparamos la salsa de frambuesa. Hidratamos la hoja de gelatina en un vaso de agua fría durante 5 minutos.
- En un cazo aparte, calentamos las frambuesas lavadas con el zumo de limón y el azúcar, y removemos constantemente, triturando al mismo tiempo las frambuesas.
- Si os molestan las pepitas podéis colar la salsa de frambuesa antes del siguiente paso.
- Cuando la salsa de frambuesa esté bien caliente, y triturada a nuestro gusto, incorporamos la gelatina bien escurrida a esta mezcla, removiendo hasta que se disuelva totalmente.
- Distribuimos la salsa de frambuesa sobre la tarta y se metemos de nuevo en la nevera hasta que vayamos a consumirla.
Probar hacerla es una apuesta segura.